Lo confieso, fui profesora antes que escritora. Allá en mis últimos años de carrera, empecé a colaborar como profesora asistente en el campus madrileño de las universidades de Bostón y Siracusa.

Después de escribir mi primer libro y que me atraparan en una editorial estafa (esa es otra historia), me quise formar en escritura e hice más cursos de los que puedo resumir aquí. Para mi sorpresa, la mayoría de ellos no me gustaron. Pero eso no impidió que siguiera haciendo cursos hasta el día de hoy.

En 2020 empecé a trabajar como escritora fantasma, y eso sí que fue un curso intensivo de escritura. Me exigían entregar una novela en plazos de uno o dos meses, toqué todos los géneros imaginables -desde erótica a fantasía cristiana- y los clientes eran los críticos más duros que había conocido. En dos años, tenía una cartera de novelas más amplia que la mayoría de autores que conozco, pero ninguno estaba a mi nombre. Así que lo dejé y empecé a trabajar en mí.

Publiqué Los muertos siempre sonríen, una novela con la que me pude permitir trabajar a mi ritmo y que me costó algo más de un año terminar.

Desde hacía tiempo, daba clases de escritura creativa, pero mi especialidad eran las novelas. Con unos cuantos alumnos del grupo de escritura, hice una prueba de taller de novela y fue tan bien que quise apostar por ello como mi servicio principal. Así, en 2021 nació oficialmente el taller práctico de novela, en el que acompaño a grupos reducidísimos de alumnos desde la idea, el desarrollo de los capítulos y la publicación más adecuada para su historia.

Hoy, los talleres de novela son mi actividad principal, cada día de la semana acompaño a un grupo distinto y solo abro nuevo grupo cuando uno de los anteriores termina. Por eso, las plazas son muy reducidas. Si quieres que te acompañe en el proceso de escribir tu historia y ver el libro en tus manos, no dudes en preguntarme por las próximas fechas. Algunos alumnos repiten, así que no lo dejes pasar.