Abril, mayo y junio son los meses de ferias literarias por excelencia. No hay ciudad, pueblo o barrio que no aproveche la llegada del buen tiempo para organizar el suyo. Y esto, que debería ser una oportunidad maravillosa para acercar los libros a la gente, está consiguiendo el efecto contrario. ¿Los estamos espantando en vez de atraer lectores?
Si uno se fija en el comportamiento de los lectores que acuden a estas ferias (y puedes has acudido a firmar un libro que no conoce nadie y estás casi todo el tiempo mirando al frente), se da cuenta de un fenómeno interesante: los lectores ya no se acercan a los puestos. Con esto no quiero decir que la gente ya no lea. Aún se lee, las estadísticas lo confirman con creces. Pero estos lectores que se sienten atraídos por las ferias, lo hacen manteniendo la distancia con escritores y autores que, en su afán por convencerlos de que compren su libro, no dejan de avasallarlos con cualquier pregunta que sirva para iniciar una conversación.
«¿Te gusta leer?», «¿qué géneros te gustan?». Estas y otras muy similares son las preguntas que tiene que escuchar un lector al pasar delante de cada puesto. Y pobre de él como por su inexperiencia responda con amabilidad a ese cebo. El editor/escritor procederá entonces a convencerlo de que compre. No importa si no es el libro que quiere leer. No importa si no quería comprar. El objetivo es que se lleven el libro bajo el brazo, no importa si no lo van a leer ni si, en el caso de que lo hagan, si les va a gustar.
El lector se siente visto, cada vez más, como una tarjeta de crédito andante. Ya no es él el que va a la caza de historias, sino que es la presa a la que cazar.
Cuando la venta es lo único que importa para atraer lectores
No nos engañemos. Las técnicas de venta agresiva funcionan, por algo se usan. Quizá no funcionen contigo y dos o tres personas más que son conscientes de lo que ocurre, pero con la gran mayoría funciona. Porque no queremos creer que un librero nos esté forzando, que un editor nos esté engañando, que un escritor nos esté utilizando. ¡Qué manera de romper el romanticismo de un mundo tan idealizado como el del libro!
Sin embargo, la incomodidad crece. Los lectores están cada vez más lejos. Bajan la mirada cuando les saludas para evitar el contacto visual y al «¿qué te gusta leer?» responden «Nada». Yo misma lo hago.
Me encanta ir a las ferias de libros, me encanta descubrir libros y autores. Pero cuando escucho la dichosa preguntita tengo la necesidad de irme muy lejos. De pasar a dos metros de distancia. De no comprar nada. De no leer nada.
Un problema sin solución
Las librerías y las editoriales son negocios, tienen gastos (y no pocos) a los que hacer frente. Los autores también necesitan vender libros para poder seguir escribiendo y para que las editoriales los sigan publicando. Si a su lado hay una caseta haciendo ese tipo de venta agresiva, solo puede hacer dos cosas para atraer lectores:
- Resignarse y ver cómo todas las ventas las acapara su vecina.
- Unirse al acoso y derribo y, al menos, conseguir una parte del pastel.
¿Qué otra cosa se puede hacer ante lectores cada vez más esquivos?
Volver al romanticismo
Pese a que me suelo quejar mucho de todo el misticismo que rodea a esta profesión. En este caso, la única solución que he encontrado que funciona (para mí) es precisamente volver al romanticismo.
Ante las ventas de una noche y el bodycount literario, yo elijo el cortejo tradicional.
No quiero atraer lectores con engaños, que se convierta en un cliente que pague el libro y lo tenga en la estantería o que lo regale porque no es algo que quiera tener. Quiero conocerlo, hablar, saber si tenemos algo en común, si mi historia es lo que quiere y crear una relación a poder ser duradera.
Desde que lo hago así vendo bastante menos. Los editores y libreros me azuzan para que lo intente «con más ganas», he pasado de vender trece libros a uno o dos, pero aún así me resulta mucho más satisfactorio y creo que a mis lectores también.

Si quieres venir a verme a la Feria del libro de Madrid, tengas o no, quieras o no mi libro, me encantará poder hablar contigo.
Estaré en la caseta 359, con Editorial Maluma, el sábado 14 de junio de 10:30 a 12:30.

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